Bajo la inocencia de un niño, una pequeña mentirijilla no tiene más importancia, pero cuando te haces mayor no desaparece ese sentimiento de rechazo hacia la verdad, hacia la realidad... Seguramente sea esto por lo que las personas mienten. Por miedo a una realidad que derepente se ha dado la vuelta y no mira con buena cara como tampoco lo hacen todos los que la rodean. En ese momento en el que te encuentras solo ante tus propios actos, ante tu realidad, tu desagradable verdad... es en ese momento en el que coges el pincel, ese que pesa tanto: el de las mentiras. Tratas de dibujar una sonrisa a todo el mundo pero es tan corta la vida de esa sonrisa...la vida de las mentiras...
Lo peor de tener a tu lado a alguien que miente no es el hecho de saber qué es mentira, sino el no poder saber qué es verdad. Por eso hay veces que hay que encararse con la realidad, arrepentirtse, pedir perdón pero ante todo ser sincero, pase lo que pase y cueste lo que cueste porque la verdad no siempre significa una sonrisa pero siempre significará una única realidad.